domingo, 29 de junio de 2008

Marx en protestante digital 4

Principios sociales del cristianismo
En mi último artículo expuse las opiniones de Carlos Marx sobre los principios sociales del Cristianismo. Aquí destaco lo que el Nuevo Testamento enseña al respecto.
El cuerpo humano, hecho de tierra y para la tierra, interesa tanto al Cristianismo que Dios mismo se hizo hombre con el fin de mejorar la condición del hombre. La preocupación del Cristianismo por el entorno social del hombre material es más fuerte que en los escritos de Marx y de Engels. Que el Cristianismo no limita su preocupación al bienestar terreno del hombre, que le señala metas más elevadas, es cierto; pero no es cierto que ignore su problemática social ni sus necesidades terrenas. Mantener que al Cristianismo interesa el hombre sólo para el cielo es desconocer el contenido social del Nuevo Testamento. Cristo, a quien pertenecían todos los reinos del mundo, nació en un ambiente de extrema pobreza. Pudo haber elegido un palacio por cuna y cortesanos principales como testigos de su encamación. Su cuerpo de niño pudo haber sido envuelto en lujosos tejidos y bañado en aguas perfumadas. Pero en lugar de eso, lo que todos sabemos: la posada rústica, el pesebre hediondo; el primer llanto de Dios hecho niño se confundió con el mugir de las bestias y por el sentido de su olfato recién abierto a la vida penetró el olor aborrecible de los orines y excrementos de los animales. Esta pobreza extrema y voluntaria tuvo un sentido de solidaridad social con la clase explotada. Pablo lo explicaría de la siguiente forma: “Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). La solidaridad de Cristo con el mundo del trabajo no quedó en doctrina. Su vida fue un ejemplo vivo y constante: “Yo estoy entre vosotros como el que sirve”, dijo a los discípulos (Lucas 22:27). Porque: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28). Si Carlos Marx hubiera meditado sin prejuicios el capítulo uno de Lucas no hubiera escrito aquello de que “los principios sociales del cristianismo predican la realidad de una clase gobernante y una oprimida”. En el capítulo señalado se encuentra el cántico de la Virgen María, pronunciado ante su prima Elisabet. La madre del Salvador era entonces una muchacha entre los 16 y 18 años. Y en sus palabras hay más sentido de solidaridad social que en los escritos más socialistas de Marx. En el mundo del poder y del dinero los ricos entran y salen llenos. Pero en la economía de Dios ocurre al revés. Dios, dice María, “Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos” (Lucas 1:52-53).
J. A. Monroy es escritor y conferenciante internacional.© J.A. Monroy, ProtestanteDigital.com (España, 2008).

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