domingo, 29 de junio de 2008

Marx en protestante digital 8

Hombre marxista y hombre cristiano
Televisiones, radios, periódicos, revistas, Internet y otros medios de comunicación están exaltando la filosofía marxista al cumplirse 125 años de la muerte de Carlos Marx. Siguiendo la efeméride he escrito para PROTESTANTE DIGITAL siete artículos en torno a Cristianismo y Marxismo. Hoy concluyo la serie con unas consideraciones sobre el fin último del ser humano desde la óptica marxista y la óptica cristiana.
Cuando el marxismo rechaza la visión cristiana del mundo está limitando los valores del ser humano a un destino temporal. Para el marxismo, la tierra es la única patria del hombre.
El hombre es un fin en sí mismo.
No apunta a lo infinito.
No contempla proyección alguna hacia lo eterno.Para el Cristianismo es al revés.
La tierra es solamente un medio. El fin del ser humano está al otro lado de la tumba.
San Pablo lo explica de esta manera: “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2ª Corintios 4:18).Al interpretar el papel de la religión en la esfera social el marxismo nos propone una alternativa que supera los límites de la razón.
Entre Dios y el hombre hay una barrera insalvable. Es preciso escoger.
Elegimos a Dios o nos quedamos con el hombre.
La argumentación es impecable.El Cristianismo apuesta por el hombre. Su dignidad es tan grande, que ha sido creado “un poco menor que los ángeles” (Salmo 8:5).
Dios valora al hombre a tan alto precio, que para salvarlo El mismo se hizo hombre. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).En 1844, en un artículo titulado Contribución a la crítica de la filosofia del derecho de Hegel, el Marx de 26 años escribe estas palabras: “La historia tiene la misión, una vez que la verdad del más allá se ha desvanecido, establecer la verdad del más acá”. Palabras muy bonitas. Pero la verdad del más allá no se ha desvanecido. No pudo desvanecerla el marxismo; no pudieron desvanecerla Federico Nietzche ni Juan Pablo Sastre con sus gritos sobre la muerte de Dios, ni la teología que surgió después de ellos queriendo enterrar definitivamente a Dios. El Marxismo, con su orientación terrenal, se ha quedado en el más acá de la materia absoluta. El Cristianismo, con su orientación celeste, ha estado y estará más allá de todos los mundos habitados.

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